What Ronronia wants no son unos zapatos, o un bolso de Sonia Rykiel... sino un maquinarro con 12Gb de RAM y un Core i7 2700k

pero como de momento no lo puede tener, ella se divierte así:


miércoles, 31 de diciembre de 2014

¡2015 is coming!


Esto de la foto es mi bote de la felicidad.



El 2014 tenía todos los números de ser un año de mierda, con presiones y prisas en el trabajo, más de las que nunca había tenido que soportar, que ya es mucho decir porque tengo el culete pelao.

El año pasado por estas fechas, veía el futuro muuuuu negro, así que cogí ese bote que veis, que entonces estaba vacío y me dije a mí misma: por cada cosa buena que me pase, voy a meter un papel. No medio-buena ni un poco buena, eso no sirve, buena-buena. A ver cómo está el bote dentro de doce meses.

Y ya lo veis, cómo está. A pesar de que ha sido un año tan duro laboralmente como me imaginaba, me han ocurrido un montón de cosas buenas.

En 2014, el montañés sigue a mi lado. Son ya diez fines de año juntos y me tiene más tonta que el primer día.

En 2014, hemos salido adelante con mucho trabajo y la colaboración de todos, con un resultado mejor del que cabía esperar de un proyecto llevado a cabo en la mitad del tiempo que habría sido necesario.

En 2014, los abueletes han estado bien y no hemos pisado el hospital más que para darle la bienvenida a tres sobrinos nuevos.

En 2014, han llegado tres sobrinos nuevos, duplicando de golpe la población sobrinal de la familia. Son los tres más majos que la leche, que eso en sí mismo ya es mucha suerte.

En 2014, no he hecho mucho ejercicio y me he engordado un par de quilos (que eso no me hace mucha gracia aunque tampoco es para hacer un drama) pero he leído montones de cosas buenas y he visto muchas series.

En 2014, he visto menos de lo que habría querido a la familia y a los amigos, pero lo bueno es que tengo muchas ganas de verlos más en 2015, y seguramente podré.

En 2014 no pude planificar vacaciones porque hasta pocos días antes de empezarlas no sabía si me iba a poder ir, pero las que fuimos improvisando conforme llegaban fueron fabulosas, lo que demuestra que no importa tanto dónde vayas cómo quién te acompaña o a quién decidas conocer allí.


En 2014, me hicieron un huequito en el Bremen, un taller literario de Malasaña que conocí por Don Microalgo. Él tuvo la amabilidad de presentarme y, junto con el resto de participantes, la generosidad de acogerme. He escrito un cuento quincenal y leído los de los demás y me lo he pasado pipa escribiendo y leyendo. Para colmo, les conocí en persona y me encantó hacerlo, aunque estuviera ese día tan afónica que no pude decir palabra.


De manera que, mirando atrás, en 2014 he tenido todos estos momentos buenos, buenos.
 

 Y si este año, que tenía tan mala pinta, ha salido tan majo, ¿cómo no esperar con ilusión al 2015? 

Así que de corazón, con toda la esperanza de que este año os traiga todo lo bueno que deseáis y se lleve todo lo malo que os pesa, os deseo:


¡¡¡¡Feliz 2015 a todos!!!!

1 comentarios:

Uno dijo...

Como me gusta la gente positiva. Te copiaré lo del bote para el nuevo año y espero que los dos lo llenemos en el año que empieza.
Un abrazote

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